martes, 8 de junio de 2010

Él...

Miró por encima de sus hombros. La distancia imprimía en sus retinas una figura demasiado pequeña. Lo esperó debajo del cordon de la vereda preocupada por su tardanza. La languides del tiempo habia dejado huella en la expresión inconforme de su rostro.
Esa silueta empezaba a tener forma propia, la reduccion de centimetros de distancia permitia entender que tenia por delante.
Un ruido imperioso permitio notar su llegada, él, tan omnipotente, tan necesario. Ella lo miro un instante, como si los instantes fueran momentos irrepetibles que se suceden fugaces.
Su mirada tenía un dejo de disconformidad, quizas por la tardanza, quizas por el tiempo que no volvería más.
Junto fuerzas, las necesarias solo para abordarlo. Subió sus escalones, sacó boleto y se dispuso a observar por sus ventanas.

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